Vistas de página en total

jueves, 28 de febrero de 2013

Loada sea mi señora, la graciosa majestad, Reina Cotilla:

Ante todo las formas no deben faltar, así que aquí me teneis. Mi nombre es Rigoberto Gorrapluma. Bufón de la corte, consejero, y lo que su magnificencia tenga a bien considerarme.

Le remito estas líneas para confirmar mi apoyo a su causa de promover la verdad allende los mares.

Como dijo el gran Napoleón:
“Es privilegio de los bufones, decir verdades que todos callan”

Cumpliendo con esta cita, aquí me tenéis, dispuesto, si me lo permite su Alteza, a poner en mi boca, palabras que otros temerían pronunciar en su presencia.

Y empezaré tal día como hoy, comentando un hecho que es, cuanto menos, inquietante. Al menos en lo que a mi persona se refiere.

Y es la personalidad de vuesa majestad.

De todos es sabido que ocultais parte de vuestra preciosa faz a la corte y los súbditos. y no consigo entender el porqué.

¿Tan perjudicada está por el consumo de hierba tabernáculas?

¿Oculta alguna desfiguración digna de aparecer en los más antiguos escritos de magia negra?

¿Tal vez es usted un hombre, que, aprovechándose de la caridad que a una dama se le ofrece por estos lares, usa tal imagen en beneficio personal?

Dispuestos ya los interrogantes de rigor, quiero expresarle mi admiración en su reinado y aprovechar la cercanía que me brinda con esta, mi interpretación, para referirle antociparle la buena nueva de que dedicaré ávidos esfuerzos, a dar mi humilde opinión sobre los diversos monarcas que rigen las tierras colindantes.

Para no alargar esta misiva, relataré estas hechos en posteriores correspondencias.

Espero, Majestad, haberla entretenido durante la lectura de esta misiva.

Esperando poder repetirlo...

Suyo en cuerpo, alma y esclavitud.



Bufón de la corte de su majestad, La Reina Cotilla
Rigoberto Gorrapluma